3 de agosto de 2009

Alcira Argumedo propone salidas al “laberinto” de la crisis mundial

por Diario Uno Santa Fe


Una de las intelectuales más importantes del país decidió participar en política partidaria y es diputada electa por Buenos Aires. Optimista, aguda y precisa, describe con solidez este proyecto

La socióloga y diputada electa por la ciudad de Buenos Aires, Alcira Argumedo, estuvo presente en Santa Fe y brindó la conferencia Crisis Nacional e Internacional. Análisis y Propuestas Posibles. Encolumnada dentro del Movimiento Proyecto Sur, es una de las intelectuales más importantes que tiene el país. Dialogó con Diario UNO antes de su exposición.
—Particularmente en la Argentina, ¿cómo se patentiza la crisis global?
—Ya se está sintiendo en el campo de las exportaciones y en el incremento de la desocupación porque, a nuestro modo de ver, se están dando respuestas contraproducentes a la crisis. Ésta es claramente una crisis por sobreproducción por carencia de demanda a nivel internacional. Estamos hablando de una dimensión por la cual quiebra la General Motors, el CityBank, no es algo menor lo que está sucediendo. Se trata de una crisis de sobreproducción por la brutal polarización de la riqueza social. Si uno toma los datos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, el 20 por ciento más rico concentra casi el 87 por ciento de la riqueza en el mundo, y caemos en la cuenta que esta dinámica es inviable aun para los beneficiados. Éste ha sido el caso de la General Motors. Porque fue tal la acumulación que ya no tiene a quién venderle autos. Entonces la respuesta sólo puede ser una redistribución en gran escala de la riqueza social, si no, no es viable ni aun para los privilegiados. Y, a su vez, hay que tener en cuenta que esta crisis es aún más profunda que la de 1930 porque hay un cambio en los paradigmas de producción y de administración social por las nuevas tecnologías. Entonces debemos pensar cómo éstas se incorporan, porque si bien son un salto cualitativo, al mismo tiempo requieren mucho menos participación humana para la producción, para los servicios y para las finanzas. La cuestión es que se produjo una reconversión tecnológica salvaje, desplazando mano de obra. Y éste fue uno de los causales de la crisis. Porque la otra gran opción es incorporar tecnología bajando sensiblemente la jornada laboral que también disminuye tiempo de trabajo humano. Lo que sucede es que en la concepción neoliberal esto no se podía pensar, y fue así que se produjo una polarización brutal. La disminución de la jornada laboral en gran escala pareciera ser una cosa delirante. Sin embargo, de la crisis del 30, sólo se sale cuando la jornada laboral bajó masivamente desde las 72 horas semanales de principios de siglo XX a las 40 horas semanales que se conocieron en los años 40, 50 y 60. De este modo redistribuís riqueza, baja la jornada pero se duplican o triplican los ingresos. Esto da dos modelos de sociedad muy distintos. O se queda una masa de población sobrante afuera, que no tiene posibilidades de supervivencia, que es lo que estamos presenciado, y que se demuestra en una serie de factores como por ejemplo la presión sobre los países desarrollados en Europa, Estados Unidos o demás. O se promueven sociedades de alta integración social y bienestar que van a ser vivibles para todos.

Recuperar recursos estratégicos
–¿Hasta dónde llega la crisis, más allá de las cuestiones económicas?
–La crisis es civilizatoria, es mucho más que económica o financiera. En el caso de Argentina, lo primero que hay que hacer es recuperar los recursos propios para, a partir de ahí, promover un nuevo modelo de desarrollo. En este sentido es que planteamos la recuperación de los recursos estratégicos. Por ejemplo, es absurdo que se siga regalando a las petroleras 20 mil o 30 mil millones de dólares anuales en concepto de una renta extraordinaria que le pertenece al conjunto de los argentinos.
Mientras, por otra parte, se plantea que vayamos nuevamente al Fondo Monetario Internacional a pedir nuevos créditos. Te hacen arrastrarte por los pisos para darte 2.000 millones de dólares mientras vos estás regalando 20 mil o 30 mil. Esta idea de recuperar los recursos propios para lanzar un nuevo proyecto de desarrollo a nivel nacional es una de las claves fundamentales.
—¿Usted cree que el marxismo anticipó una crisis de esta naturaleza?
—Sucede que el marxismo es hijo de la Revolución Industrial, de las tecnologías de la Revolución Industrial. Pero sí uno de los elementos claves es que esta crisis de sobreproducción por carencia de demanda era una de sus tesis finales. Pero hay que repensarlo muy críticamente.

Las propuestas políticas
—Usted dice que la redistribución del ingreso es una de las claves para salir de la crisis. ¿Cree que esta alternativa es viable en el país?
—No creo que lo sea ahora. La cuestión es que Proyecto Sur está impulsando una serie de medidas que van en ese sentido. Incluso algunas fuerzas políticas empezaron a ver que convenían. Se dio la paradoja que una persona como De Narváez, que no tenía esta propuesta precisamente en su discurso, en los últimos días terminó pidiendo la nacionalización de YPF. Otros se sumaron a la idea de extender los ingresos por hijo a los sectores que no lo reciben, que es una paradoja muy grande. Nosotros también estamos planteando la necesidad de incrementar los ingresos de los jubilados más de un 80 por ciento. Y hoy aquí de alguna manera buscamos empujar el debate sobre las propuestas que estamos desarrollando desde Proyecto Sur, pero teniendo en cuenta un marco global en función de la crisis internacional, dando cuenta del contexto en el cual formulamos la propuesta.
Entre lo mucho que queda por hacer, ante todo afirmamos que el hambre es un crimen en tanto es evitable y estamos dispuestos a promover una ley para garantizar el ingreso universal por hijo. Debe mencionarse que quienes pagan impuestos a las ganancias o son tributarios de Afip ya lo reciben, porque lo descuentan de sus aportes; mientras a los trabajadores en blanco se les suma al salario. El desafío es extenderlo a los trabajadores precarios y en negro, a los desocupados, a las familias en condiciones críticas. Se calcula que el otorgar 350 pesos por hijo, permitiría –junto a otras medidas de mediano plazo– eliminar la pobreza y la indigencia, disminuyendo sensiblemente la mortalidad infantil.
Por razones obvias, la suma se entregará directamente a las familias, sin intermediarios. El monto calculado para erradicar este flagelo gira en un dos por ciento del PBI, unos 7.000 millones de dólares: las cifras comparativas indican que esto significa menos de la tercera o la cuarta parte de la renta energética –unos 25.000 a 30.000 millones de dólares por año– que queda en manos de las corporaciones y sus amigos; sin contar que se han venido otorgando subsidios del orden de 10.000 millones de dólares anuales a las grandes empresas locales o transnacionales.

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