Una de las zonas afectadas: Guadalupe Oeste. Foto: Guillermo Di Salvatore. Diario El Litoral. 23/11/09
El hombre, esclavo de sus palabras.
Las lluvias caídas en las últimas semanas y que inundaron a centenares de hogares santafesinos, dejaron al descubierto una sola cosa: el fracaso de las políticas Municipales para reducir a “cero” los anegamientos en la ciudad de Santa Fe. El actual intendente hizo bandera del problema inundación, leña del árbol caído de la anterior gestión; prometió trabajar e invertir para terminar con el problema, pero la primera lluvia importante en la ciudad demostró lo lejos que esta la realidad de aquellas promesas y lo vulnerable que es Santa Fe. Así lo pueden atestiguar los vecinos de los barrios más afectados: Guadalupe Oeste, Pompeya, San José, María Selva, Villa Hipódromo, la cooperativa La Verdecita y parte del cordón verde de la ciudad, sobre la zona de Aristóbulo del Valle al 9800.
¿Dónde vivimos? ¿Dónde nos dejen vivir?
La ciudad de Santa Fe está ubicada en un contexto geográfico particular, rodeada por ríos al oeste, sur y este, con un cinturón de terrenos al oeste y sur de muy baja altura. Dada las limitaciones impuestas por el medio natural es posible que los sectores de más altos ingresos tiendan a crecer en altura antes que alejarse del centro. En la ciudad la expansión sólo puede darse hacia el norte, es por eso que los sectores de clase media (poseedores de medio privado de trasporte) prefieran orientarse hacia áreas paisajísticas más agradables. Por otro lado los grupos migrantes solo pueden asentarse en áreas bajas, de menor altitud, o en zonas altas alejadas, que no son demandadas inmobiliariamente por la clase media y además por que no cuentan con los servicios públicos mínimos y elementales.
Llega el agua y afloran las “prioridades”.
El barrio La Vuelta del Paraguayo es uno de los tantos fragmentos de la periferia de la ciudad signada por la “exclusión urbana”. Hoy este territorio se encuentra afectado por la crecida de las aguas del Río Paraná. Ante la inminencia de la inundación, el Gobierno de la Ciudad diseñó un plan de contingencia sin incluir las consideraciones de los vecinos del barrio. El plan elaborado consistió, a grandes rasgos, en el traslado de los vecinos afectados a las instalaciones del ex GADA, ubicadas General Paz y French. En el diseño de dicho plan, no es tenido en cuenta el hecho de que, históricamente en períodos de crecidas, los vecinos se autoevacuaron a la vera de la ruta 168, lugar que en la actualidad forma parte del “proyecto de relocalización de los boliches” de la zona recoleta. Frente a la negativa de los habitantes de la zona a trasladarse lejos de sus hogares, y decididos a instalarse al costado de la ruta, las autoridades municipales cedieron. Lo que llama la atención es la eficiencia que tuvo el gobierno en la instalación del alambrado que separará el espacio destinado a los autos, del de las viviendas provisorias que por emergencia “ponen en riesgo” el negocio de los empresarios de la noche. Más de 20 personas trabajando para garantizar el buen funcionamiento del negocio de unos pocos y remarcar la separación de dos realidades sociales muy distintas presentes en la ciudad. El municipio invierte así en brindar sensación de seguridad a quienes van en auto a bailar, y no en asegurar las condiciones mínimas de vivienda a los que por la inundación tuvieron que mudarse[1].
La vuelta del Paraguayo está comprendida sobre la costa (en sentido norte sur) desde el “Puerto Palito” hasta 400 metros al Sur; y con sentido este-oeste, desde el margen izquierdo del Canal de Derivación, hasta el camino nuevo de acceso a Alto Verde; la misma es calificada como: Zona de Riesgo por la Ordenanza Municipal No 8813, promulgada en 1986 y que rige los requisitos necesarios para el desarrollo de asentamientos, de acuerdo a las características particulares del suelo.
Si bien en esta área están prohibidas las radicaciones poblacionales, en razón de la fuerte erosión y desbordes que producen las corrientes en dicho margen, dicha Ordenanza estipula que de concretarse la radicación de asentamientos la infraestructura mínima requerida para el desarrollo de urbanizaciones debe ser la siguiente: nivelación y limpieza del terreno, apertura, desagüe, cordón cuneta y mejorado de calles, (para asegurar el libre escurrimiento de las aguas) forestación en calles y espacios verdes, red eléctrica de baja tensión y alumbrado público, tendido de red domiciliaria de agua potable, pavimento con desagües de una de las calles principales de la urbanización, y acceso pavimentado que comunique dicha calle, con alguna otra pavimentada del entorno. ¿Es necesario mencionar cuantos de estos requisitos no son cumplidos? ¿Y la Ordenanza?.
Las buenas políticas son aquellas que generan el equilibrio justo entre las prioridades del corto y el largo plazo.
Santa Fe va a seguir inundándose y no hay soluciones a la vuelta de la esquina. Pero sino tendría solución, no sería un problema. Barletta lo sabe bien. Dijo: hacen falta $ 1000 millones, y ahora parece que en realidad son necesarios $ 9000 millones. Tal vez, el actual Intendente no quiere imaginar que una “supuesta obra de desagües” (al parecer: la solución) de semejante presupuesto y por ende, de tamaña envergadura trascendería no solo su gestión sino las sucesivas por venir. A la actual gestión le correspondería poner los cimientos, pero no cortar la cinta y sacarse la foto.
Teniendo en cuenta las predicciones sobre clima mundial, los desastres climáticos históricos que sufrió nuestra ciudad, la tendencia particular del crecimiento de Santa Fe sobre áreas de riesgo, el reglamento municipal que rige la urbanización, las perdidas invalorables que a lo largo de décadas sufrieron los santafesinos: ¿No sería posible iniciar un proyecto urbano sin precedentes, que disminuya las características desfavorables del medio natural en el cual se asienta la ciudad?
A simple vista, el costo político puede ser el motivo por la cual, no exista hoy por hoy un proyecto ambicioso, que iniciado por algunos, solo pueda ser terminado por otros. Los hombres pasan, las obras quedan, pero: ¿Dónde están?
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