13 de marzo de 2012

El fantasma inquieto


La bandera argentina cumple 200 años. Una buena excusa para pensar no solamente en la actualidad del símbolo sino también en la vigencia o no de las otras banderas que encarnaba su creador, Manuel Belgrano. De eso se trata este libro de investigación periodística. De un permanente juego entre el pasado y el presente.


Las principales banderas de Belgrano fueron la igualdad, la independencia, la democratización de la tierra, el respeto por los pueblos anteriores, la educación y la felicidad pública.

El desafío del presente trabajo es observar cómo se manifiestan en la realidad concreta de algunas de las provincias por las que pasó el revolucionario estas grandes palabras, algunas desgastadas y la mayoría poco usadas en lo cotidiano.

La investigación está dividida en cuatro partes. La primera es la presencia de Belgrano en el tercer milenio. Cuando la Argentina se caía a pedazos, casi sesenta mil personas se tomaron de la bandera como desesperado intento de asirse de algo, el primero y el último símbolo de un proyecto colectivo que quedaba en pie en el país de 2002. Después vendrían los bustos que se perdían en las aguas de la corrupción de Yacyretá; la construcción de la última escuela de aquellas cuatro que ordenó levantar hacia 1813; la comparación con Santucho que propuso un fotógrafo; la película protagonizada por Pablo Rago y su figura ganadora en elecciones llevadas adelante en escuelas santafesinas. Belgrano regresa en el tercer milenio.

En la segunda parte, aparece una cronología que intenta dar un vistazo general de los procesos de lucha por la independencia americana y la igualdad de sus pueblos quedando claro que son muy anteriores a los hechos de mayo de 1810.

La tercera parte es el corazón del obrar político de Belgrano, donde aquellas banderas se ponen de manifiesto a cada paso y terminan siendo el factor fundamental de su muerte en soledad y en la miseria.

Y la cuarta es el resultado de la crónica periodística del viaje hacia Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe, Buenos Aires, Jujuy, Salta y Tucumán, para apreciar el punto de vista desde el tercer milenio de la experiencia belgraniana y su contraste con la historia reciente. Allí aparecerán distintas formas de saqueo y también de esperanza.

No es una biografía. Es un viaje desde el presente al pasado que también está abierto en los días que se viven.

Hay que desnaturalizar la historia y los lugares donde ocurrieron hechos notables. Rescatar a Belgrano de tanto bronce anestesiador.

Seguir los caminos de Belgrano en la Argentina del tercer milenio es una empresa temeraria. Más si es un intento independiente. No tiene ninguna certeza de difusión masiva. Todo lo contrario. Porque las grandes corporaciones mediáticas resumen sus intereses en dilemas de la farándula, el deporte y algunos pequeños espacios para la discusión de temas estructurales a través de la política.

Pero es en esa recorrida a contramano de los mensajes televisivos del momento lo que permite conocer la certeza de la necesidad de una nación latinoamericana a partir de las circunstancias históricas de cada provincia.

Emociona el contraste de las mujeres y hombres que siguieron a Belgrano con las actuales mayorías que habitan esos territorios que buscan empatarle al fin de mes.

Es preciso señalar que doscientos años después, buscar el fantasma de Manuel es reconstruirlo de acuerdo a la extraña mezcla que se produce entre la información que llega como nueva y el relato interno que se cruza con las sensaciones que produce el estar en los mismos lugares recorridos por el condenado a ser simplemente un mero nombre de calle, avenida, pueblo o monumento (...).

En cada uno de los distintos presentes que implican las características de cada provincia recorrida aparecen trazos gruesos que marcan la existencia nacional.

Las huellas de la dictadura, la contracara del ejército que construyeron Belgrano y San Martín, están a flor de piel en Misiones, Corrientes, Entre Rios, Santa Fe, Buenos Aires, Jujuy, Salta, Tucumán y Santiago del Estero.

Goya (...).

Las ideas de Belgrano, vividas con pasión y encarnadas en su propia suerte individual, tuvieron sentido cuando se sumaron a las experiencias históricas de los pueblos americanos anteriores al nacimiento del llamado prócer.

La revolución se hace guerra popular independentista cuando los herederos de la lucha de los guaraníes, los que sangraron con Tupac y los descendientes de los calchaquíes, entienden que estos hombres van a seguir hasta el final con esos proyectos de transformación.

Quizás por eso sea fundamental recontar la historia desde las provincias.

Quizás sea hora de pensar que la independencia real y concreta tiene otra fecha, la del 29 de junio de 1815, en Arroyo de la China, la actual Concepción del Uruguay, en la provincia de Entre Ríos, donde la Liga de los Pueblos Libres, liderada por Artigas es la síntesis de esas luchas centenarias ahora reformuladas con los ideales de Mayo de 1810.

No es casualidad que Belgrano haya designado a Artigas como su comandante en la zona. Lo mismo que aparece en el Plan de Operaciones, aquel programa político de la revolución.

Una de las sensaciones de la investigación es que la historia se naturaliza cuando ingresa en los mapas de los territorios.

Hay señales, marcas y hasta a veces entran en los llamados paquetes de las excursiones turísticas. Pero no se sabe qué pasó en ellos. Los nombres se mezclan, tienen cierta resonancia que remite a algo importante pero difuso.

Más allá de la pasión por la historia que despertó el desgarro profundo que sufrió nuestro pueblo a partir de diciembre de 2001, no hay puentes todavía establecidos entre la existencia concreta de las mayorías con aquellas realizaciones del siglo diecinueve.

No se trata de forzar la interpretación de los hechos ni de los procesos, solamente se trata de saber qué hacemos ante la realidad social que atraviesa a los que son más en estos arrabales del mundo. Y desde dónde nos paramos para decir que hay una esperanza, un futuro, un proyecto.

Allí surgen, entonces, los ideales inconclusos de ese fenomenal torrente histórico que tuvo lugar entre 1809 y 1826 en Sudamérica.

Porque los que se apropiaron de ese proceso siguen manejando los hilos de las sociedades provinciales.

¿Por qué no, entonces, pensar en los vectores que todavía plantean soluciones no realizadas o no continuadas en el tiempo?

La sociedad ha cambiado pero eso no quiere decir que palabras tales como igualdad, libertad, democratización de la tierra, educación, soberanía y dignidad no tengan sentido.

Recuperar el contenido de cada una de estas palabras, inevitablemente, nos hará topar con aquella experiencia fenomenal de entrega total que fue el proceso de guerra por la independencia.

Y allí estará Belgrano.

Fantasma inquieto que siempre vuelve.

Presentación

El libro Los caminos de Belgrano (editorial Ultimo Recurso) y el documental que da cuenta de la investigación periodística que sustenta la publicación se presentarán el 15 de marzo, a las 20.30, en el auditorio de ATE de la ciudad de Santa Fe (San Luis al 2800), y el 22, en Mister Lunch, en Cañada de Gómez, a partir de las 20.

Fuente: Diario La Capital

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