17 de agosto de 2008

Norte santafesino: VIVIR EN EL SIGLO PASADO

Por Marcelo Manzatto

¿ El departamento Vera es rico o es pobre?

La falta de lluvias en el norte santafesino no solo trajo consigo la peor sequía de las últimas seis décadas, también dejó al desnudo modos y formas de vida del Siglo XIX. El único cambio es que las camionetas 4 x 4, solo en algunos casos, reemplazaron a las diligencias y a las carretas, después casi todo está igual.

Si nos atenemos a los índices sociales no caben dudas de su pobreza, en algunos casos extrema. Pero hay quienes sostienen la teoría que por poseer casi un millón de cabezas de ganado lo hace un departamento rico pero con una pobreza extrema en infraestructura.

El departamento Vera es pobre y lo es por los modos y formas de vida de su gente y lo es en infraestructura. Las vaquitas son ajenas.

Hoy se está atravesando una sequía que no registra antecedentes en las últimas seis décadas. Golpea duro en las costumbres laborales de aquellos que menos tienen y que dependen de la lluvia para sobrevivir productiva y humanamente porque el Estado se olvidó de ellos.

Y la sequía hizo aflorar otra vez la forma de vida de gente que no tiene rutas y no tiene agua. Gente que quedó al margen de la revolución industrial, de la revolución productiva, del derrame neoliberal de los 90, del crecimiento record del kirchnerismo. Durante la infame década del 90 el Estado delegó todas sus potestades y responsabilidades, pero la gente que vive en el norte del departamento Vera hace décadas que no sabe que es la presencia del Estado, ya se había retirado mucho antes de la fiesta menemista que les dio el golpe final con el cierre del ferrocarril.

Cuando se consulta a los presidentes comunales sobre si en está coyuntura de la crisis la gente está abastecida con agua potable no dudan en responder “y si. Dentro de todo se las está abasteciendo. La gente está contenida” y hay quienes se atreven a un poco más y dicen “ya están acostumbrados a vivir de esa forma”.

¿Qué significa estar acostumbrados a vivir de esa forma? A tener agua solo un par de horas por día. Hoy, en medio de está profunda crisis climática no les queda ni siquiera eso. A eso se refiere el (mal) acostumbramiento al que hacen referencia. En pleno Siglo XXI la gente debe mendigar el agua. Una postal que hiere los sentimientos de cualquier persona de bien, menos de las que gobiernan.

El gobierno provincial anunció con bombos y platillos que en los últimos siete meses asistió a las comunidades del norte santafesino con 16,5 millones de litros de agua. Cualquier desprevenido que no conoce como viven en el norte podrá decir “el Estado los está asistiendo”, pero a quienes nos gustan los números y las estadísticas hacemos cuentas.

¿Cuanto significan esos millones de litros de agua? Según la propia información de gobierno se asiste a algo más de 18.400 personas, y la cuenta nos dio que el abastecimiento da en promedio algo más de 4 litros de agua por día por persona. En muchos casos es lo único que tiene porque el recurso que les provee la comuna no es apta para el consumo humano, si es que todavía se las provee porque los pozos se secaron y las represas también se secaron. Los funcionarios que manejan las herramientas del Estado provincial no dejan de decir que “la gente está abastecida”. Debería darles vergüenza, mucho más si dicen pertenecer a un supuesto gobierno socialista.

Sería necio hacer responsable a quienes hace nada más que unos meses asumieron la conducción política de la provincia. Décadas de desidia y olvido llevaron a la gente del norte santafesino a vivir en estás condiciones, saqueada cultural e intelectualmente por lo que fue La Forestal el Estado nunca fue capaz de articular políticas públicas que les devolviera la dignidad.

No hay estadísticas oficiales sobre cual es la realidad social hoy. Ninguna autoridad política local o provincial las tiene. La única estadística es la de la percepción que se lleva cuando se recorre cada rincón del departamento.

Un Presidente comunal nos dijo que en su comunidad el 70 por ciento de la población es NBI (Necesidades Básicas Insatisfechas). Todos los presidentes comunales coinciden en un dato: la falta de trabajo y sobre el trabajo que hay es que es de una altísima precariedad.

El Presidente comunal de Los Amores nos dijo “por lo menos la sequía les está permitiendo a la gente hacer algunas changas”. La miseria que desnuda la sequía descubre otras miserias mucho peores.

Los únicos datos estadísticos oficiales datan del año 2001 del Censo Nacional. Por aquellos años se indicaba que más del 32 por ciento de la población tenía NBI, que más del 7 por ciento de la población mayor de 10 años era analfabeta y que más del 50 por ciento de la población habitaban en viviendas que no llegaban a cubrir las necesidades mínimas.

Casi el 60 por ciento no tenía cobertura social, dependía de lo que le pudiera dar el hospital público. Una salud pública totalmente ineficiente en que solo son salas de primeros auxilios y centros de derivación permanente. En Cañada Ombú deben esperar al médico de Los Amores que los visita dos veces por semana.

En los último 60 años la población solo creció en 4.000 habitantes, pero decreció en cuanto al índice poblacional promedio de la provincia. Lo que indica que sigue expulsando gente. A fines de la década del 40 la población del departamento Vera era del 2,85 por ciento del total provincial. A comienzos del 2000 se redujo al 1,70 por ciento. Entre el comienzo de la década del 80 y el 2000 la población solo creció en 2.000 personas.

Las ONG que trabajan en la zona ubican a unos 600 pequeños productores, esos de la economía de subsistencia, fuera de cualquier circuito comercial.

Desde la ciudad de Vera hacía el norte aquellos jóvenes que pueden acceder a un estudio universitario son contados con los dedos de las dos manos. Algunas excursiones de los chicos de las escuelas del interior son a la ciudad “para que conozcan el pavimento”. No hay ni existe la igualdad de oportunidades y el Estado sigue estando ausente y si no es el Estado quién corrija estás brechas no lo puede hacer nadie. Ni la mejor voluntad ni la solidaridad de la gente.

El gobierno socialista ( que me perdonen Alfredo Palacios, Juan B. Justo, Alicia Moreau de Justo o Alfredo Bravo) asumió la conducción provincial hace 8 meses. En ese lapso de tiempo el gobernador Hermes Binner, que en campañas electorales solía venir una vez cada 15 días, piso una sola vez el olvidado y profundo norte santafesino. ¿Para acercarse a la gente y conocer las cosas que está padeciendo? No. Fue para inaugurar una antena satelital en el mismo lugar en donde la gente no tiene salud, no tiene rutas y no tiene agua.

Este gobernador que supo comer pollo asado debajo de un árbol en medio de la Cuña Boscosa con 40° de temperatura nunca más volvió al norte. Tan adepto a concurrir a aperturas de simposios en lujosos hoteles, a reunirse con los empresarios del agro y defenderlos, a inauguraciones de casas lujosas de juego, se olvidó de la gente. Se olvidó de la Cuña, se olvidó de seguir prometiéndole a la gente que le devolvería la dignidad.

Si mandó a dos de sus ministros. Uno el patotero Ciancio y el otro el de la producción que demostró tener un profundo desconocimiento de la realidad social y productiva del departamento. Nada más y nada menos, dos rosarinos que a partir de está crisis se deben enterado que el norte también existe.

La gente del norte que vive en condiciones de siglos pasados, aunque no lo parezca, residen en la misma provincia del tren bala, en la misma provincia donde en las principales ciudades la gente baldea la vereda con el agua que ellos no tienen, donde los reservorios de agua, puentes y otras infraestructuras pertenecen a lo que fue la nefasta forestal, en la misma provincia donde la mayoría de la gente recorre rutas pavimentadas que ellos no tienen, la misma provincia que no volvieron a verle la cara al gobernador después de que ganó las elecciones.

Fuente: FM Activa Vera 100.9