La agresión violenta a la que fuera objeto el diputado justicialista Agustín Rossi, por parte de un grupo de empresarios agrícolas en Laguna Paiva, merece repudio sin ningún tipo de atenuantes, justificaciones ni dobles discursos. Se puede estar a favor o en contra de las retenciones a la exportación de soja, se puede opinar, dialogar, manifestar, exigir, cortar rutas, desabastecer, votar. Hasta un vicepresidente puede traicionar a su mandato y ser aplaudido. Hasta quienes califican como dictadura al gobierno legítimamente electo tienen acceso privilegiado a las cámaras. Pero eso no significa que se admita la prepotencia, la agresión física, la coerción y la intimidación, como forma de imposición de medidas políticas que atañen al conjunto del pueblo y a sus representantes.
La posición política de Proyecto Sur frente a la cuestión agraria siempre fue clara y se distanció tanto del gobierno como de las entidades empresarias del agro: Terminar con el saqueo de las multinacionales exportadoras, nacionalizar el comercio exterior, a través de la recreación de la junta nacional de granos y de carnes, y aplicar retenciones segmentadas, que favorezcan al pequeño productor.
No es razonable la posición de Buzzi, que comparó el hecho con el escrache que él mismo sufrió en Rosario, por parte de militantes de la Juventud Peronista en el 2008. En esa ocasión, un joven, sin ejercer violencia alguna, increpó a viva voz al Presidente de la Federación Agraria, acusándolo de traidor por haberse unido a la oligarquía de la Sociedad Rural. Apreciación que podemos o no compartir, pero que en nada se parece a la agresión a Rossi, porque Buzzi no puede desconocer que el escrache es una forma de denuncia a los genocidas impunes, sin ejercer violencia física, método que crearon los HIJOS de compañeros desaparecidos durante la última dictadura militar.
Hugo Kofman
Integrante de Proyecto Sur Santa Fe 3 de febrero de 2009
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