17 de marzo de 2009

Argentina y la revolución bolivariana

Por Félix Herrero - Vicepresidente del MORENO

“Al mirar la muchedumbre en Islandia, golpeando cacerolas y sartenes hasta la caída del gobierno, recordé una popular consigna en los círculos anticapitalistas en 2002: ‘Tú eres Enron. Nosotros somos Argentina’”. Naomí Klein (“All of Them must go”, The Nation, edición del 23 de febrero de 2009)

La Hora de los Pueblos

Los recientes triunfos populares en los referendos de Bolivia y Venezuela son un paso más de la revolución al socialismo del presente siglo. Esta etapa es parte de la ansiada hora de los pueblos.(1)

Y Noemí Klein continúa así la frase del epígrafe: “Ellos gritaron ‘que se vayan todos’ y expulsaron a 4 presidentes en menos de 3 semanas. Lo que hizo único al levantamiento argentino de 2001/02 fue que no estaba contra ningún partido en especial, ni siquiera contra la corrupción en abstracto. El blanco fue el modelo económico dominante; ésta fue la primera revuelta nacional contra el capitalismo contemporáneo desregularizado”.

¿Que les pasó a los argentinos que todo quedó a medias tintas, a media luz, como en aguas de borraja?

En la participación popular de diciembre del 2001 en Argentina, y en la crisis internacional actual se manifiestan dos interpretaciones: la “kleinista”, optimista y llena de esperanzas, y otra que las ve como una reacción individual de los pequeños ahorristas. Dado la profundidad de la actual crisis económica internacional, hay quienes ven, con optimismo, el inicio de la caída del capitalismo, mientras para otros es una crisis de menor envergadura, como los últimos hechos parecen confirmar.

Hoy vivimos en Argentina una dualidad política, tenemos actos internacionales correctos y de gran valor, como haber participado en la muerte del proyecto estadounidense del ALCA. Tampoco se deben olvidar otros hechos como el referido a los derechos humanos, al mejoramiento de nivel de la justicia y alguna renacionalización real no mediáticas; pero no se perciben señales de medidas que rompan con el modelo neoliberal.

La crisis

Agotado el período favorable del viento de cola exterior, se acabaron los altos ingresos de las exportaciones agrícolas y de otros recursos primarios. En los casi 7 años de vacas gordas, no se hicieron las inversiones necesarias, ni la revolución tributaria ni la recuperación del patrimonio privatizado.

En este año, cuando los argentinos celebramos (Decreto 2185/07 del Poder Ejecutivo) el Año de Homenaje a Raúl Scalabrini Ortiz, debemos tener también presente su desconfianza acerca de la realidad de muchas de las crisis argentinas, elaboradas por los centros de estudios de los grupos económicos para obtener ventajas.

Hoy Argentina tiene su propia crisis, provocada por el mantenimiento del modelo neoliberal, introducido en base al consenso de Washington y al pensamiento de Kissinger, aplicados sin límites y con saña en países como Argentina, Bolivia y Rusia. El modelo se puede reducir a tres políticas: flexibilización desreguladora de la economía interna y de los servicios públicos, privatización de las empresas y de los recursos naturales para pagar las deudas externas, y la “liberalización” de la economía, de las finanzas y del comercio exterior. Esta trilogía fue aplicada para aumentar la dependencia de los países dominados, fortalecer el sistema capitalista y poder así transmitir los efectos de las crisis de los países dominantes al resto del mundo.

El origen de la crisis autónoma argentina está en el mantenimiento del modelo neoliberal, que deja al país, en comparación con las nuevas políticas de Bolivia, Rusia y muchos otros países latinoamericanos, inerme y pasivo. Para ver la reacción contra este modelo, basta leer con atención el artículo 359 de la nueva Constitución del Estado Boliviano, que establece la nacionalización de los hidrocarburos y algunos análisis de la nacionalización rusa. (2)

A la crisis argentina, que es una crisis de modelo, se le sumó la internacional, que comenzó como inmobiliaria, luego financiera, y pasa ahora a ser una depresión del sector real. Esta crisis global no implica, de ninguna manera, la desaparición del capitalismo, porque los medios de producción siguen, sin ninguna modificación o limitación, en manos de los más poderosos, mientras la población mundial se empobrece cada vez más y los consumidores no pueden absorber la sobreproducción capitalista. Quizás, como dice un pensador argentino, el futuro es más promisorio para las prácticas fascistas que para la transformación del sistema capitalista.

Nuestra opción: entre el campo de batalla de Ayacucho o el cerro de Potosí

El triunfo de las mayorías bolivianas (3) el 25 de enero de 2009 con la aprobación popular de su constitución, y la victoria del PSUV en Venezuela con el referendo del domingo 15 de febrero, muestra la marcha triunfal de la revolución social y popular latinoamericana. Este es, fuera de las anécdotas, el fenómeno histórico que quedará grabado en la memoria de los pueblos latinoamericanos. Son como los triunfos sanmartinianos y bolivarianos, previos a la gran victoria de Ayacucho. Ahora, en este tramo de la historia, la opción es clara para Argentina y Latinoamérica: aspirar a un nuevo Ayacucho o a un nuevo Potosí. Ayacucho fue la primera liberación de nuestra América, y el cerro de Potosí, con la explotación de sus minas de plata, representa el pasado colonial.

En uno de sus principales discursos de febrero de este año, Hugo Chávez planteó el tema de “grandes obstáculos y barreras (que) vamos derribando”. Son los frenos que la economía capitalista impone a los pueblos que sufren su imperialismo. Cambiar la economía, la estructuración del sistema político y económico es el modo de superar los obstáculos importantes, y no meramente coyunturales, lo que se hace de un solo modo: derribando el sistema capitalista. Y eso es lo que no está haciendo Argentina que, a pesar de algunos hechos positivos como la acción contra el ALCA, entregó las concesiones petroleras y mineras, territoriales y marítimas, a las grandes multinacionales del petróleo.

Un gran pensador cubano, Armando Hart, que participó en la revolución cultural cubana, decía que América Latina había producido varios proyectos originales de validez cultural mundial, como el desarrollismo cepalino, la teología de la liberación y los modelos revolucionarios populares y nacionalistas. Ahora América Latina le presenta al mundo otra de sus grandes creaciones: la revolución antiimperialista bolivariana y el proyecto de socialismo del siglo XXI.

Pero el tiempo no corre de la misma manera para todos: aunque Venezuela fue el protagonista fundador de la nueva estrategia latinoamericana, hay otros que también tienen un papel protagónico, y otros que aún no logran cortar los compromisos preexistentes con los centros hegemónicos. Pero dentro de la Patria Grande, hasta Colombia, México y Perú encontrarán su tiempo para incorporarse al actual proceso liberador de nuestra América.


1 - En su discurso “Llegó la hora del Pueblo”, momentos antes del referendo venezolano de febrero, Hugo Chávez afirmó: “Finalmente lo advierte también el Eclesiastés: ‘Tolo lo que va a ocurrir debajo del sol tiene su hora’. Es pues la hora del pueblo” (Telesur, 15 de febrero de 2009).

2 - Para ver como se eliminó la vulnerabilidad boliviana impuesta en los años 90 basta leer la nueva Constitución, y para el caso de Rusia es recomendable la lectura de un estadounidense de la universidad de Harvard, Marshall Goldman, Petrostate: Putin, Power and the New Russia, Oxford University Press, Nueva York, 2008. Como en Bolivia, según afirma Evo Morales, Rusia se vio obligada primero a nacionalizar al Estado para poder luego estatizar sus hidrocarburos.

3 - Véase Eduardo Paz Rada, “Hoy se refunda la nueva Bolivia”, América XXI, Nº 46, Bs. Aires, febrero de 2009

0 comentarios: