22 de mayo de 2009

* A la Militancia de Proyecto Sur, de Carlos del Frade:

Queridas compañeras y compañeros de Proyecto Sur:

Ya estamos metidos en una nueva campaña electoral.
Nacimos hace casi dos años de la misma manera.
Pusimos el cuerpo como lo veníamos haciendo desde hace veinticinco años y no nos importó tirar por la borda tanto trabajo de cara a la sociedad.
Nos importó el desafío.
Recuperar el país que nos robaron.
Recuperar el país para que nuestras hijas y nuestros hijos realmente tengan un mañana. Para que como creían nuestros viejos bastara con el trabajo y la educación para garantizar un futuro.
Eso hoy no existe y no podemos quedarnos mirando desde la vidriera de la comodidad personal.



No son fáciles ninguna de las cosas que nos pasaron en estos dos años. Ni como pueblo ni como militantes de Proyecto Sur.

Pero acá estamos de nuevo.



Decididos a convocar a los que no nos conocen, convencidos que sin pelea no habrá Argentina para las mayorías.

Quiero decirles que desde la campaña anterior he sido muy feliz porque están ustedes.

Porque conozco sus miradas, me alegran sus sonrisas y me preocupan sus silencios y broncas.

Voy a tener, una vez más, el orgullo de representarlos.

Les pido una sola gauchada: volvamos a sentir aquellas ganas.

Esas ganas que están más allá de lo individual, las mezquindades y los muchísimos errores que hemos cometido.

Proyecto Sur está en sus miradas, en sus sonrisas, en sus pintadas, en sus dibujitos en los papeles en medio de los plenarios, en el llanto que aflora ante tanta injusticia e impunidad, en el tragar saliva y seguir adelante aunque no haya certeza de casi nada.

Proyecto Sur está en esa partecita del amor que ustedes sienten y están dispuestos a jugar para los que son más.

No hay nada real sin esperanza ni pasión.

En mi caso, siento que la esperanza y la pasión están en ustedes.

Volvamos a recorrer la ciudad con la energía de siempre, con la alegría de saber que venimos a pelear desde la bronca y el amor.

Gracias por prestarme este momentito de tiempo.



Afecto, cercanía e historia.

Esas son las tres inversiones básicas para construir poder popular.

Esas son las tres inversiones básicas para hacer política.

La política para transformar la realidad.

No para gestionar las sobras de los banquetes de los que son pocos.

Política para que nuestras hijas y nuestros hijos tengan la posibilidad de ser felices.

Porque aquel viejo soñador y guerrero, Manuel Belgrano –uno de los fundadores de este sueño colectivo inconcluso llamado la Argentina-, sostuvo que el objetivo de la política “es hacer feliz al pueblo”. Así de chiquito, simple y profundo.

Poner lo que sentimos en cada acción, en cada palabra.

Devolverle a la política el amor por las construcciones de nuestro pueblo y la bronca visceral contra las minorías que explotan y sus socios menores, funcionarios que no funcionan a favor de los que son más sino a favor de los privilegios.

Amamos los derechos sociales del peronismo, los principios intransigentes del radicalismo de Irigoyen e Illia, la pasión revolucionaria de anarquistas y los compañeros sobrevivientes y desaparecidos de los años setenta.

Nos da bronca la impunidad de los delincuentes de guante blanco, la ferocidad policial contra los de abajo y su genuflexión ante los poderosos.

Nos da bronca que la Argentina haya dejado de ser el lugar donde se cuidaba a los pibes, donde se decía que eran los únicos privilegiados y ahora, según vomitan los grandes medios de comunicación, hay que cuidarse de los pibes.

Nosotros decimos que no.

Desde la bronca y el amor.

Porque queremos que la palabra futuro vuelva a tener sentido, que no meta miedo.

Y para eso hay que recuperar el país que nos robaron.

Porque la Argentina es algo más que la camiseta de la selección de fútbol.

Porque para que tenga razón ser el amor por nuestras hijas habrá que pelear contra los saqueadores, contra los que hoy tienen el petróleo, el gas, las riquezas ictícolas, los que concentran grandes extensiones de tierras, las multinacionales que no pagan un solo peso y desprecian a los sindicatos.

Porque queremos recuperar el tren para todos y el sentido colectivo de una revolución que empezó hace doscientos años y que todavía no terminó porque necesita de nosotros para continuarla y finalizarla.

Porque cuando contagiamos sentido existencial, la vida es otra cosa. Porque cada muerte sin sentido que asoma en las páginas de los diarios es la revelación de una vida sin sentido. Nutrir de sentido las vidas de nuestros pibes, de nuestros queridos viejos, de la mayorías argentinas supone comprometerse con un proyecto de recuperación de la historia y los bienes materiales y espirituales que nos robaron. Para eso hacemos política, desde el afecto, desde lo cercano y desde la memoria colectiva.

Para que haya un mañana.

Para eso los invitamos, para pelear por lo que queremos.

Porque si no peleamos por lo queremos, terminamos viviendo lo que no queremos.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

De aquí podría salir un himno, una plegaria política; crisol de palabras que destilan un Gran Sueño.
¡Al Pueblo Argentino: Salud!