15 de junio de 2009

Las Banderas de Don Manuel

Alrededor del 20 de junio

*Carlos del Frade

Belgrano es un desconocido. Su muerte en la pobreza fue la consecuencia de sus ideas y hechos políticos y económicos que siempre estuvieron en contra de las minorías que mantuvieron las relaciones carnales con el imperio del siglo XIX, Gran Bretaña. Por eso lo dejaron aislado y en la miseria. Después inventaron un prócer subordinado a ese proyecto de país dependiente. Pero el verdadero Belgrano es un necesario compañero para estos tiempos. De allí la necesidad de ver y analizar sus banderas.


Repudiaba la apertura indiscriminada de las fronteras porque “la importación de mercaderías que impiden el consumo de las del país o que perjudican al progreso de sus manufacturas y de su cultivo y lleva tras si necesariamente la ruina de la nación”. Agregó que “si el mercader introduce en su país mercancías extranjeras que perjudiquen el consumo de las manufacturas nacionales. El estado perderá primero el valor de lo que ellas han costado en el extranjero; segundo, los salarios que el empleo de las mercancías nacionales habría procurado a diversos obreros; tercero, el valor que la materia prima había producido a las tierras del país o de las colonias; cuarto, el beneficio de la circulación de todos esos valores, es decir, la seguridad que ella habría repartido por los consumos sobre diversos otros objetos; quinto, los recursos que el príncipe o la Nación tienen derecho a exigir de la seguridad de sus súbditos”, remarcó.
Analizó que los fenómenos de corrupción dentro del estado son proporcionales a la miseria que padecen las mayorías: “Desengañémonos: jamás han podido existir los estados, luego de que la corrupción ha llegado a pisar las leyes y faltar a todos los respectos. Es un principio que en tal situación todo es ruina y desolación, y si eso sucede a las grandes naciones, ¿qué no sucederá a cualquier ramo de los que contribuyen a su existencia?. Si los mismos comerciantes entran en el desorden y se agolpan al contrabando, ¿qué ha de resultar al comercio?; que se me diga, ¿qué es lo que hoy sucede al negociante que procede arreglado a la ley?. Arruinarse, porque no puede entrar en concurrencia en las ventas con aquellos que han sabido burlarse de ella”.
Entiende la necesidad de la distribución de las riquezas cuando escribió que “la repartición de las riquezas hace la riqueza real y verdadera de un país, de un estado entero, elevándolo al mayor grado de felicidad, mal podría haberla en nuestras provincias, cuando existiendo el contrabando y con él el infernal monopolio, se reducirán las riquezas a unas cuantos manos que arrancan el jugo de la patria y la reducen a la miseria”.
Tampoco desconoció el dolor de la desocupación y su huella hacia el futuro: “He visto con dolor sin salir de esta capital una infinidad de hombres ociosos en quienes no se ve otra cosa que la miseria y desnudez; una infinidad de familias que solo deben su subsistencia a la feracidad del país, que está por todas partes denotando la riqueza que encierra, esto es, la abundancia; y apenas se encuentra alguna familia que esté destinada a un oficio útil, que ejerza un arte o que se emplee de modo que tenga alguna más comodidad en su vida. Esos miserables panchos donde ve uno la multitud de criaturas que llegan a la edad de pubertad sin haber ejercido otra cosa que la ociosidad, deben ser atendidos hasta el último punto”.
A Güemes le escribió en junio de 1819 una feroz comprobación: “atúrdase V., en la Aduana de Buenos Aires hay depositados efectos cuyo valor pasa de cuarenta millones de pesos; vea V. si lográsemos que se extrajeran para el Interior, como tendríamos los fondos del Estado por derechos cinco millones que todo lo alentarían”. Este párrafo es una profunda denuncia de la concentración de riquezas de parte del estado de Buenos Aires en contra del interior y a favor de un proyecto contrario por el que pelean los mejores hombres, “los héroes de la Patria”, al decir de Belgrano, las mayorías populares, en términos contemporáneos.
Es el mismo plan de Mariano Moreno, Artigas y San Martín. He allí el verdadero proyecto político económico inconcluso. El que todavía no se llevó adelante y que requiere una práctica autónoma y coherente con aquellos deseos incumplidos. En esas ideas fuerzas está la suerte de una Argentina para las mayorías. De allí que Belgrano también sea parte de la necesaria historia política del futuro.
*Periodista, escritor y candidato a primer diputado nacional por Proyecto Sur – Socialismo Auténtico por la provincia de Santa Fe en las elecciones del 28 de junio.
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1 comentarios:

Mpgel dijo...

es interesante empezar a escuchar (o leer) las palabras de las estatuas... gracias