19 de mayo de 2011
“La Santa Fe latente. Deuda interna y futuro”.
*Adelanto del nuevo trabajo de investigación periodística de Carlos del Frade.
Una propuesta de futuro que necesita, entre otras cosas, de reconocer el orgullo de su historia, de mujeres y hombres que fueron capaces de desarrollar una provincia de inclusión cuando lograron ser soberanos al pensar en las necesidades internas de su población.
Un futuro, una Santa Fe latente que vive en organizaciones sociales, comunitarias, bibliotecas, escuelas, gremios, clubes y decenas de iniciativas que buscan restablecer la idea que solamente el amor tiene sentido cuando se pelea por la felicidad de nuestros hijos.
Prólogo
El misterio del presente santafesino está en la moneda de cincuenta centavos.
Allí aparece la casa de Tucumán donde los congresales declararon la independencia, primero del rey de España y sus metrópolis, y algunos días después, de cualquier potencia extranjera.
Sin embargo los santafesinos no estuvieron en esos encuentros.
Eso es lo que dicen miles y miles de maestras y maestros santafesinos cuando llega julio de cada año.
Es un tiempo breve porque la materia que incluye historia y geografía santafesina solamente se da en tercer grado de la escuela primaria y después, nunca más.
Chicas y chicos de ocho años, entonces, reciben la totalidad del conocimiento sobre la provincia que habitan en ese tramo de sus vidas.
Después vendrá la distancia con lo cercano.
Durante esas clases, con el manual de tercero en los salones, los maestros y las maestras, por lo tanto, explicarán que no hubo legisladores santafesinos porque en aquellos años la provincia formaba parte de la Liga de los Pueblos Libres, liderada por José Gervasio Artigas.
Alguna docente dirá que la independencia fue declarada un año antes, el 29 de junio de 1815, en Arroyo de la China, la actual Concepción del Uruguay.
Y que semejante hecho político estuvo refrendado por los delegados de Entre Ríos, Corrientes, las Misiones, Córdoba, Santa Fe y una parte de la provincia de Buenos Aires.
Pero en la moneda que suele ingresar en los bolsillos, allí donde los símbolos de la historia del siglo diecinueve se mezclan con las urgencias del veintiuno, en la de cincuenta centavos y en el manual de tercero quedarán marcadas a fuego la historia contada desde los intereses porteños.
La mayoría de las pibas y pibes santafesinos no conocerán por qué los viejos habitantes de estas tierras se enamoraron del proyecto artiguista.
Una forma de gobierno que a través de asambleas abiertas decidía si continuaban en sus mandatos o les eran revocados a todo aquel funcionario que no cumplía con su labor; una sistema político que repartía la tierra en partes iguales y que hacía posible que la felicidad fuera la propiedad de todos y no las de unos pocos; una propuesta económica que hablaba de la integración de los puertos de los ríos de La Plata, Uruguay y Paraná, ciento sesenta años antes que la hidrovía y un desarrollo económico que primero respondía a las necesidades internas y que luego buscaba integrarse con el extranjero. Una administración que decía que había tres tiempos en el desarrollo político de una comunidad: independencia, igualdad y seguridad. Y que si no se lograban las dos primeras condiciones, era imposible pensar en conseguir esa palabra tan usada en el presente, la palabra seguridad.
Ese Artigas desconocido en el presente es indispensable para pensar un futuro distinto y mejor.
Pero el deliberado e intencionado proyecto de vaciamiento cultural impuesto por varios gobiernos en distintas épocas de la historia argentina, trajo como consecuencia el desprecio y la desvalorización por lo cercano, por lo propio.
Una de las claves para entender el presente: los grandes medios de comunicación ofrecen setenta canales de cable y la quimera de estar informados al instante de lo que sucede en cualquier punto del planeta.
Sin embargo no se sabe por qué todavía no hay agua para cada una y todas las comunas y ciudades de la provincia que tiene setecientos kilómetros de agua de uno de los ríos más caudalosos de la Tierra, como es el Paraná.
Tampoco hay demasiadas explicaciones sobre por qué una provincia tan rica que produce 75 mil millones de pesos anuales, cifra que equivale a cuatro mil pesos por mes para toda la población mayor de dieciocho años, tiene casi el 60 por ciento de los asalariados por debajo de 2.500 pesos mensuales.
El sistema informa sobre lo lejano porque de esa manera evita la participación política en el territorio donde realmente se pueden cambiar las cosas, es decir, en lo cercano.
Las mayorías terminan siendo convertidas en espectadoras de lo que sucede a mucha distancia y no se hacen protagonistas de los necesarios cambios en su realidad.
Por eso el desprecio o el ninguneo por la historia cercana.
Nicasio Oroño, ex gobernador de la provincia de Santa Fe, en la segunda mitad del siglo diecinueve, denunció la masacre de la administración nacional durante la presidencia de Mitre y a pesar de semejante postura crítica estableció por primera vez la educación gratuita y laica en el país. Muchos años antes que Sarmiento.
A principios del siglo veinte, seis puertos funcionaban en la provincia, capaces de transportar mercaderías pero también personas. Un sistema vinculado a los ferrocarriles que fundaron pueblos y ciudades y que hoy está destruido desde las privatizaciones que realizara el menemismo a principios de los años noventa.
Como consecuencia de la desarticulación de aquella Santa Fe integrada, entre treinta y cuarenta empresas concentran el transporte interurbano en la provincia, tomando de rehenes a miles y miles de trabajadores y estudiantes que no tienen ni la frecuencia ni la calidad que necesitan. Y hay un detalle significativo: la última ley de transporte de la provincia es de 1935.
Hacia 1983, con la recuperación de la democracia, la provincia tenía alrededor de 13 mil policías; hoy, en 2011, 20.184 más 9 mil vigiladores privados. Es uno de los territorios con mayor cantidad de policías por habitantes que tiene la Argentina. Sin embargo, en medio de los debates mediáticos de los que solamente participan los candidatos que son hijos de las grandes billeteras, se escucha hablar de crear distintas nuevas policías y no hay un análisis concreto de lo que realmente hacen los uniformados santafesinos. Si el problema no es la cantidad, es obvio que la cuestión pasa por la calidad, por lo que hacen los integrantes de la policía provincial.
Cuando Sandra Cabrera, la ex secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentinas, fue asesinada en enero de 2004, la justicia provincial determinó que distintos nichos de las fuerzas de seguridad santafesinas como distintos integrantes de la Federal, explotaban a las trabajadoras sexuales de la zona de la terminal de ómnibus de la ciudad de Rosario y las obligaban a vender droga que ellos mismos les suministraban.
El narcotráfico se ha decuplicado en los últimos años en la provincia, consecuencia de esta corrupción policial y la mirada desatenta de los distintos poderes políticos regionales y nacionales.
La principal consecuencia la pagan nuestros pibes.
En Fortín Olmos, en el norte profundo, como en San Javier, son copiosas las denuncias que hablan de la explotación sexual de las chicas menores de catorce años como parte de un plan integral que brindan spa y hoteles para el turismo internacional, con absoluta complicidad de funcionarios policiales, judiciales y políticos.
Las rutas el narcotráfico son también las rutas de la explotación sexual y ambas se abren en los territorios saqueados de industria y trabajo genuinos a partir de los años noventa y todavía muy lejos de recuperarse más allá del canto de sirenas de las autoridades nacionales.
Y por otro lado, el poder judicial sigue ajeno a la democratización. Una especie de red de pescadores invertida por donde pasan de largo los peces gordos y quedan atrapados los peces chicos.
No hubo cambios en los tribunales y muchos de los actuales integrantes de la Suprema Corte son viejos amigos de Carlos Reutemann y Horacio Usandizaga. Es hora de discutir acerca de la revocatoria de mandatos, los juicios políticos, los jury y demás herramientas legales y políticas a favor de modificar este esencial poder republicano.
La lucha por la tierra sigue teniendo vigencia en la provincia que albergó la gran huelga agraria de 1912, conocida como el Grito de Alcorta, cuna de la Federación Agraria Argentina.
En el departamento 9 de julio, por ejemplo, decenas de familias están luchando contra capitales italianos y la propia administración provincial para expropiar las tierras de Los Algodonales; al mismo tiempo que sucede lo mismo con varias poblaciones mocovíes que no quieren ser desplazados por el avance de la frontera sojera y los negocios inmobiliarios.
En las grandes ciudades, la lucha por la tierra es también la pelea por una vivienda digna. En 2011, la provincia tiene un déficit de 100 mil viviendas para otras tantas familias. Un hecho que revela el contraste con la velocidad con que se construyen torres de obscena riquezas para pocos y las paredes de cartón pintadas a yeso, como las veinte casitas del barrio Los Quinchitos, en la zona oeste de la capital santafesina, recientemente inauguradas por el ex rector de la Universidad Nacional del Litoral, ingeniero Mario Barletta.
Una provincia que hasta 1914 contaba con siete millones de hectáreas de bosques y montes naturales y que hoy solamente tiene menos de dos millones, un 86 por ciento menos de árboles y flora originales que explican, en gran parte, la aparente loca dialéctica del ecosistema que pasa de grandes sequías a grandes inundaciones.
Saqueo ambiental paralelo al saqueo del trabajo genuino y en blanco de las mayorías santafesinas, al mismo tiempo que sigue consolidándose la concentración de riquezas en pocas manos.
Cargill, en Puerto General San Martín, factura casi 30 mil pesos cada sesenta segundos y no paga impuestos por ingresos brutos. Mientras que la mayoría de los ingresos en la provincia no superan los 2.500 pesos mensuales y la distancia entre los que más tienen y los que menos poseen en los grandes aglomerados llega hasta cuarenta veces.
Una brutal injusticia social que debe corregirse desde la política.
Pero en medio de estas necesidades, aparecen las soluciones.
Las propuestas por volver a pensar una provincia donde sea posible enamorarse y criar hijos.
Recuperar los ferrocarriles, el Banco Provincial de Santa Fe, el trabajo estable y en blanco para los pibes menores de veinticinco años y mayores de cuarenta y cinco años, crear un ministerio de deportes para que los valores y la inclusión estén presentes en la vida de cada niño de la provincia, establecer un control parlamentario sobre las fuerzas de seguridad provinciales, crear radios en las escuelas para que los funcionarios rindan cuentas de lo que hacen cada treinta días, producir herramientas para que las comunidades rurales le permitan el arraigo a sus jóvenes, implementar una ley del médico rural, fomentar un esquema tributario donde paguen más lo que más tienen y reivindicar la educación secundaria y la técnica, son algunas de las necesidades que ofrece el presente de la provincia.
Una propuesta de futuro que necesita, entre otras cosas, de reconocer el orgullo de su historia, de mujeres y hombres que fueron capaces de desarrollar una provincia de inclusión cuando lograron ser soberanos al pensar en las necesidades internas de su población.
Un futuro, una Santa Fe latente que vive en organizaciones sociales, comunitarias, bibliotecas, escuelas, gremios, clubes y decenas de iniciativas que buscan restablecer la idea que solamente el amor tiene sentido cuando se pelea por la felicidad de nuestros hijos.
Para ellos están dedicadas estas páginas, estas postales que recorren los 19 departamentos de la provincia, como una necesidad imperiosa de reconocer que si no peleamos por lo que queremos terminamos viviendo lo que no queremos.
Para todos los que creen y hacen posible la Santa Fe latente.
Carlos del Frade.
delfradec@ciudad.com.ar
0341 155 196 286
*Del índice
Prólogo/César (General Obligado)/La Forestal (Vera, General Obligado, 90 años de historia)/Acindar (Constitución, 1975)/Santa Fe (La Capital)/Los pibes banderas (San Martín)/La vida en Tostado (9 de julio, mediados de los años noventa)/Caseros/General López/Iriondo/Las Colonias y las dos caras de Esperanza/Lorenzetti (Castellanos)/Reutemann, la justicia y el ángel de la bicicleta/Silvia, mucha mujer (Castellanos, 2010)/El abrazo de Messi y Di María (Rosario, 2011)/¿Por qué cuesta empatarle al fin de mes? (Rosario, 2011)/San Lorenzo /Saqueos varios/Números e historia/
A manera de epílogo: pibas, pibes y maestros santafesinos.
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