26 de mayo de 2008

Por la reconstrucción integral del Sistema Nacional Ferroviario

El ferrocarril es una cuestión nacional, hoy más que nunca en el marco del 60º aniversario de su nacionalización

por Juan Carlos Cena

“Yo sigo en mis trece, en las mismas trece de antes. A mi me
interesa la Liberación Nacional. No me interesa la lucha
política como lucha de segundo plano que se desarrolla como
lucha de ratones, bajo la hegemonía de los capitales y de la
diplomacia extranjera”
Raúl Scalabrini Ortiz, 1944.

Luego de luchar y resistir con todo nuestro cuerpo en las Huelgas Ferroviarias de 1991 y 1992, acción resistente conducida bravamente por los jóvenes ferroviarios por fuera de la burocracia sindical, hemos tratado de reorganizarnos en forma empecinada a pesar de esa derrota. Así es, nos derrotaron, no nos avergüenza reconocerlo. Nos derrotaron porque luchamos, cargamos en nuestras mochilas una honrosa derrota, no nos doblegaron ni nos vencieron en esas épicas huelgas. Después de ese revés vino la expulsión de 85.000 trabajadores ferroviarios y el cerramiento de los ferrocarriles. Se terminaba la relación social diaria entre ferroviarios y con ello las posibilidades de organizarse para continuar batallando por nuestros ferrocarriles. A raíz de esa desconexión sobrevino nuestra paralización y la desolación. Este golpe para los ferroviarios fue muy duro. La sociedad ni lo intuía, o no lo quería ver. También se terminaba la relación entre el campo, el pueblo y el ferrocarril. Nuestros vínculos y apegos personales se quebraban. Acaecía la diáspora ferroviaria. Aparecía el Tren de la Desolación, cuyos pasajeros éramos nosotros: los que realmente nos sentíamos ferroviarios, los que padecíamos la soledad de la derrota; los otros, los que sólo trabajaban rutinariamente en el ferrocarril migraban contentos a ocuparse con los que habían propiciado y alentado durante décadas este desastre nacional.

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